En la primera parte hablamos de los orígenes de las lámparas preeléctricas, que se remontan a los fuegos intencionados en el año 400.000 a.C., y concluimos con la popularización de las lámparas de queroseno en el año 900 d.C. Durante cientos de años desde entonces, sólo se produjeron desarrollos graduales en la iluminación hecha por el hombre; las lámparas de la calle comenzaron a utilizarse en el año 1000, y la década de 1700 estuvo marcada por pequeñas mejoras en las lámparas de aceite y las luces de gas. Sin embargo, fue la invención de la bombilla en el siglo XIX -junto con la comprensión de que la electricidad podía aprovecharse para su uso en la tecnología- lo que impulsó la iluminación artificial hasta donde se encuentra hoy. En la segunda parte, analizamos el descubrimiento de la iluminación eléctrica, que cambió el juego, y terminamos con la invención de la primera bombilla incandescente de uso práctico.
Parte 2: La primera iluminación eléctrica (siglo XIX)
- 1800-1803: Sir Humphry Davy crea la primera lámpara eléctrica: la lámpara de arco de carbón.
- 1831: Michael Faraday, alumno de Humphrey Davy, crea la dinamo eléctrica.
- 1841: La luz de arco se utiliza como alumbrado público experimental en París.
- 1856: El soplador de vidrio Heinrich Geissler confina el arco eléctrico en un tubo Geissler.
- 1867: Alexandre Becquerel demuestra la primera lámpara fluorescente.
- 1879-1880: Thomas Edison patenta una lámpara incandescente de hilo de carbono que dura 40 horas. Ese mismo año hizo una demostración oficial al público en Menlo Park. En 1880, produjo una bombilla comercialmente viable con un filamento de bambú carbonizado que duraba más de 1200 horas.
- 1887: Nikola Tesla inventa un motor de inducción que funciona con corriente alterna.
- 1889: Edison creó la Edison General Electric Company; su sede estaba en Nela Park, Ohio.
Muchos creen que Thomas Edison inventó la primera bombilla del mundo en 1879. Sin embargo, en realidad no es así. Puede que Edison creara la primera lámpara incandescente de uso práctico, pero la primera lámpara eléctrica fue inventada casi 80 años antes por Sir Humphry Davy, un químico inglés. La lámpara de arco de carbono de Davy producía luz a través de un arco eléctrico que pasaba por el aire entre dos varillas de carbono. Aunque las primeras lámparas de arco de carbono emitían más de 10.000 lúmenes y eran 1.000 veces más brillantes que las velas, no eran lo suficientemente prácticas para su uso generalizado; eran sucias, caras, ruidosas, demasiado brillantes y sólo podían utilizarse en el exterior. Por ello, los inventores de todo el mundo se apresuraron a encontrar mejores formas de producir luz utilizando la electricidad.
Pero el desarrollo de una iluminación más avanzada tenía que coincidir con los desarrollos básicos de generación de energía. En 1831, Michael Faraday (alumno de Davy) descubrió la inducción electromagnética, el principio en el que se basan el transformador y el generador eléctricos, que resolvió el problema de crear corriente eléctrica de forma continua y práctica. Sus descubrimientos fueron cruciales para la iluminación moderna porque permitieron que la electricidad pasara de ser una curiosidad a una nueva y poderosa tecnología. A partir de su descubrimiento, se desarrollaron baterías, generadores y tecnología de acondicionamiento de la energía, lo que permitió que las lámparas de arco se volvieran más sofisticadas. Con el tiempo, estos métodos básicos de generación de energía, combinados con los continuos esfuerzos de los científicos por idear nuevos diseños de iluminación eléctrica, contribuyeron a la creación de las primeras lámparas prácticas fluorescentes, de vapor de mercurio e incluso incandescentes.
En 1856 se produjo otro gran hito en la iluminación artificial cuando el soplador de vidrio Henreich Geissler inventó el tubo Geissler. El tubo de Geissler fue uno de los primeros tubos de descarga de gas que sirvió como precursor de las luces fluorescentes y de neón. Debido a su diseño artístico, el tubo de Geissler se utilizó principalmente para la educación y el entretenimiento a lo largo del siglo XIX, pero evolucionó en 1867 hasta convertirse en la primera iluminación fluorescente cuando Alexandre Becquerel aplicó finas capas de materiales luminiscentes a las superficies interiores del tubo. Desgraciadamente, los tubos fluorescentes de Becquerel eran ineficaces y tenían una corta vida útil, y más tarde, en 1934, fueron perfeccionados hasta alcanzar los estándares de las lámparas fluorescentes modernas por los investigadores de General Electric.
Mientras tanto, en 1878, Thomas Edison se propuso crear una luz eléctrica que esperaba que compitiera con la iluminación a base de gas y petróleo. Si bien inventores anteriores (como Davy) habían creado luces eléctricas, éstas eran poco prácticas desde el punto de vista comercial. Los objetivos de Edison eran reducir las luces incandescentes a un tamaño económicamente manejable, que fueran menos costosas y que consumieran poca corriente. El 22 de octubre de 1879, Edison y sus ayudantes de laboratorio fabricaron con éxito una bombilla de este tipo que ardía durante 40 horas, y poco después, Edison patentó la lámpara incandescente de carbono. Justo después de la concesión de la patente, Edison descubrió que utilizando un filamento de bambú carbon izado podría hacer que su lámpara durara aún más, más de 1.200 horas, lo que finalmente sería lo suficientemente eficiente para su uso práctico. Seis años más tarde, Nikola Tesla popularizó la corriente alterna, que se convertiría en algo común en 1896. Y en 1889, Edison creó la Edison General Electric Company, iniciando así la revolución de la iluminación interior.
Con esto, concluimos nuestra recapitulación sobre la iluminación eléctrica del siglo XIX. ¿Está interesado en conocer los orígenes de la iluminación artificial moderna y de bajo consumo? Vuelva la semana que viene con la tercera parte: la iluminación moderna.
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