Tras un mes de espera, ninguna de tus semillas ha brotado y no sabes qué ha fallado. De hecho, la radícula (la punta de la raíz que aparece primero) ni siquiera ha aparecido y empiezas a pensar que todas tus semillas se han estropeado. Aunque la infertilidad es una posible razón, mantengamos la esperanza de que sea algo más. Las semillas pueden permanecer latentes por múltiples razones, pero la causa típica es que las condiciones no han hecho que la cáscara exterior sea permeable o que el embrión interno aún no se ha desarrollado.
La latencia
Las semillas están protegidas por una cubierta exterior. Esta capa es la que protege a la semilla de las inclemencias del tiempo durante el invierno y del tracto digestivo de los animales después de comer la fruta. Las semillas permanecen en estado latente tras esta capa protectora hasta que una combinación de calor, agua y falta de luz se combinan para hacer germinar la semilla. Incluso entonces, la capa exterior tiene que permitir que el agua pase a través de la planta en su interior. La temporada de invierno, la descomposición a causa de las bacterias del suelo o el hecho de que se las coman los animales son los motivos por los que esta capa exterior de la semilla se agrieta o se ablanda para permitir la germinación. Si tus semillas aún no han brotado, es hora de imitar a la naturaleza copiando estos procesos.
Prepara tus semillas
Empecemos por el enfoque directo, la escarificación. La escarificación de las semillas es típica para las semillas grandes o las que tienen una capa muy dura (las semillas de judías son un buen ejemplo). En la escarificación se utiliza una navaja o una hoja de afeitar para marcar el exterior de la semilla. Raspa o mella suavemente parte de la cáscara exterior hasta que cambie de color. Tenga mucho cuidado de no cortar demasiado profundamente o dañará el embrión de la planta en su interior. También puedes frotar la semilla con papel de lija o una pequeña lima para eliminar la capa exterior. Una técnica consiste en poner las semillas sobre una hoja de papel de lija en un pequeño recipiente y luego agitarlo. Sea cual sea el método que utilices, el objetivo es eliminar la capa de la semilla lo suficiente como para que el agua penetre en ella y haga que la semilla germine.
Para las semillas pequeñas, las perennes o las de árboles y arbustos, es mejor utilizar la estratificación. Este proceso lleva un poco más de tiempo, pero imita los ciclos de congelación/descongelación del invierno. Coloca tus semillas en un medio de cultivo como la perlita o el coco, humedécelo con agua (lo suficiente para mantener el medio húmedo) y luego séllalo en una pequeña bolsa de sándwich. Coloca esta bolsa en el frigorífico(no en el congelador) y déjala durante dos semanas. Comprueba regularmente las semillas para asegurarte de que el medio no se ha secado, y luego coloca la bolsa en un lugar fresco durante una semana. Repite este ciclo durante unos dos meses antes de sembrar las semillas. Este método se debe utilizar con mucha antelación a la siembra, ya que se necesita mucho tiempo para preparar las semillas.
También puedes poner las semillas en remojo. El remojo de las semillas es el método más sencillo para desencadenar la germinación, y es ideal para las semillas grandes, duras y arrugadas. Basta con poner las semillas en agua tibia durante 24 horas y luego plantarlas. En el caso de algunas semillas, este método puede sustituir a la escarificación, sobre todo si te preocupa dañar la planta. El remojo ablandará la cáscara lo suficiente como para impregnar la semilla e iniciar el proceso de germinación. Las semillas compradas en la tienda suelen estar secas y el agua puede tardar en penetrar en la cáscara seca. Las semillas que has cogido de tus propias plantas no han sido procesadas para agrietar o erosionar la cáscara exterior y permitir que el agua penetre en el embrión.
Sea cual sea la procedencia de tus semillas, puedes mejorar la germinación imitando a la naturaleza. La escarificación (marcar el exterior de la semilla), la estratificación (enfriar las semillas húmedas) y el remojo (que se explica por sí mismo) ayudan a despertar una semilla dormida para que germine. ¿Estás de acuerdo o no con los consejos anteriores? Me encantaría escuchar tu opinión sobre alternativas o mejores ideas. Siempre puedes ponerte en contacto con nosotros comentando aquí o en Facebook, Twitter, Google Plus, LinkedIn o Pinterest.